Comentario
En Bohemia los no católicos (luteranos, calvinistas y Hermanos Bohemios, herederos de los hussitas del siglo XV) constituían la mayor parte de la población, pese a los intentos contrarreformistas de la religión romana. En su capital, Praga, había fijado su residencia el emperador Rodolfo II (1576-1612), que en 1609 otorgó la Carta de Majestad, por la que prometía a sus súbditos bohemios el derecho a la libre elección de religión. Su hermano y sucesor Matías I ratificó este privilegio a cambio de ser reconocido rey, acuerdo que incumplió convirtiéndose en abanderado del catolicismo. Siendo viejo y sin sucesión, consiguió la renuncia de sus hermanos los archiduques Maximiliano y Alberto, en las mismas circunstancias, y eligió como sucesor a su sobrino Fernando de Estiria, que había demostrado gran decisión en la imposición de la Contrarreforma.
En marzo de 1618, se convocó la Dieta de Bohemia para tratar de la defensa de la Carta de Majestad y solicitar al emperador que depusiese su política procatólica. En lugar de ceder, Matías la conminó a disolverse. Reunida otra vez en mayo, se le ordenó de nuevo la disolución, ante lo cual los parlamentarios se dirigieron a la Cámara del Consejo de Regentes y arrojaron por la ventana a dos de los regentes más destacados por su catolicismo y a un secretario (23 de mayo). Tras la "Defenestración de Praga", los rebeldes constituyeron un gobierno provisional y reclutaron un ejército para hacer frente al poder imperial. En estos momentos murió Matías, y los sublevados no aceptaron a Fernando como rey de Bohemia. Eligieron en su lugar a Federico V del Palatinado, líder de la Unión Evangélica (26-27 de agosto). El 28 de agosto de 1619 Fernando de Estiria fue elegido emperador, con la esperanza de terminar con la crisis del Imperio. De este modo, el incidente checo se convirtió en un problema imperial, que pronto derivará en problema de toda Europa.
Desde el inicio de la rebelión ambas partes habían establecido contactos para afirmar sus posiciones. El emperador encontró aliados con mayor facilidad, y su pariente Maximiliano de Baviera, los príncipes de la Liga Católica y Felipe III de España le prometieron su colaboración activa. Por el contrario, Federico tropezó con la reticencia de Jacobo I, pese a su parentesco con el príncipe palatino, el rechazo de Luis XIII, que acababa de sufrir un intento de rebelión de sus propios protestantes, y la abstención de la Unión Evangélica, minada por rivalidades internas. El ejército imperial, formado por tercios españoles provenientes de Flandes y por tropas bávaras, controló la situación en Austria, invadió Bohemia y consiguió la victoria decisiva de la Montaña Blanca (noviembre de 1620). A partir de entonces fueron sometidos los bohemios y su Corona dejó de ser electiva para adscribirse a la dinastía Habsburgo, que impondrá una progresiva germanización del territorio y la reacción religiosa católica.
La última resistencia de Federico V, apoyada por ciertos príncipes de la Unión Evangélica, fue aplastada en 1621-1622. La Dieta de Ratisbona de 1623 privó al conde palatino de la dignidad electoral, que fue entregada a Maximiliano de Baviera, recompensado además con el Alto Palatinado. Además de la Valtelina, ocupada en 1620, España consiguió el Bajo Palatinado, conexión entre sus posesiones italianas y los Países Bajos.